Cuando el índex te desata una maldición babilónica: Sinister (Scott Derrickson, 2012)
No es raro que, ante la pregunta sobre cuál es una de las mejores películas de terror de los últimos años, esta película esté entre las respuestas. Sinister trata la historia de cómo una familia se muda a un nuevo hogar. El padre, Ellison Oswalt (Ethan Hawke), es un escritor de relatos de crímenes. Lo que desconoce la familia es que se han mudado porque Ellison está investigando un suceso para su nuevo libro: los antiguos habitantes de la casa aparecieron colgados de un árbol, mientras que su hija menor está en paradero desconocido. Por si fuera poco, Ellison encuentra unas mórbidas cintas en formato Super 8 y unas apariciones fantasmales comienzan a atormentar a toda la familia.
La razón de ser de estos fenómenos paranormales no es otra que una maldición de una entidad demoníaca babilónica: Baghul. Este ser es capaz de habitar en el celuloide de las películas de Super 8 y rasgar el velo que lo separa de la realidad, con el fin de poseer a los hijos menores y convencerlos de matar a su familia cuando huyan espantados de la casa y se muden a otra.
La elección del formato en el que se realizan las cintas no es casual. Por razones estéticas, el celuloide, especialmente en un tamaño tan reducido, aporta un grano y una suciedad a la imagen que genera una pretensión de realidad. Las imágenes más nítidas y con alta calidad dan la sensación de estar muy producidas, mientras que una imagen pobre crea la sensación de haber sido tomada de forma espontánea. Igualmente, estas imágenes sin sonido y sucias generan un desconcierto en el espectador, ya que resultan tétricas, incluso cuando no muestran nada perturbador. Generan el mismo efecto que una muñeca de porcelana antigua.
Sinister (2012) |
Pero la razón de ser de este formato viene dada por una coherencia con el funcionamiento de este mundo. El demonio antagonista se mueve a través de la luz, de la captada e impresionada en el mismo celuloide. Asentándonos sobre el concepto de transferencia de André Bazin, la captación de la imagen de forma analógica supone el grabado de una huella, la evidencia física de lo que había delante de la pantalla. La luz que queda plasmada en el celuloide y que luego va a ser proyectada son el índex del referente. Esa luz que emana a través del proyector, y de la que hablamos ya en Twitter, es la razón por la cual Baghul puede transportarse a través de estas películas, e incluso rasgar el velo que lo separa del mundo real, como sucede en una escena de tremendo sobresalto.
La propia proyección también entronca con el hecho de que el demonio debe ser convocado mediante las cintas. El acto de sentarse a oscuras, en silencio, viendo las imágenes en movimiento, en sí tiene cierto carácter de culto o de ritual. La visualización de las cintas será lo que provoque la llamada de Baghul, al ser expuestos los niños a ellas, como descubriremos en la (no muy buena) segunda parte de la película.
Sinister (2012) |
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